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12.07.18 Diario EL PAÍS
La Unidad de Trastornos en la Alimentación (UTA) comenzó sus actividades en agosto del año 2002, inspirándose o tomando como referencia principal el modelo de trabajo del Texas Children’s Hospital de Houston, que forma parte de la Universidad Baylor Collage of Medicine. “Surge por necesidad, por una paciente que tuvimos hace ya 16 años, que nació prematura extrema, pesaba 900 gramos, que tuvo grandes problemas quirúrgicos y después de alimentación”, recordó la doctora Daniela Armas, directora de la UTA desde su fundación. “Tuvimos la suerte de que ella fuera operada en el Texas Children’s Hospital y de ese caso surgieron enseñanzas que nos permitieron no sólo tratar de replicar la unidad que vimos en Houston sino además comenzar a desarrollar conocimiento desde Uruguay”, valoró. Armas recordó que el caso de aquélla primera paciente les permitió aprender que ésta tenía un trastorno deglutorio: “aprendimos que el uso del chupete, o succión no nutritiva, y la capacidad de ‘comer’, o succión nutritiva, son cosas totalmente diferentes y por tanto el uso de chupete, por ejemplo, no implica en absoluto la capacidad de alimentarse”. Se entiende por trastorno de alimentación “la negación o la imposibilidad de ingerir un alimento”, apuntó la especialista y agregó que “esto tan simple puede abarcar todos los trastornos de alimentación y deglución”. Los trastornos de alimentación se pueden clasificar en trastornos orgánicos, trastornos funcionales y trastornos conductuales, aunque “un trastorno de alimentación nunca es puro, siempre es mixto. Puede empezar como orgánico pero siempre se asocia con problemas posteriores de conducta”. Partiendo de la base de que “la alimentación y la deglución requieren de un equipo interdisciplinario”, la UTA está conformada por gastroenterólogos pediatras, pediatras, fonoaudiólogos, psicólogos, nutricionista y terapista ocupacional, todos referentes en sus respectivas áreas profesionales. Todo comienza con la consulta a la UTA, posiblemente por derivación del pediatra tratante, una entrevista en profundidad y la observación del niño alimentándose. “El examen no termina si no vemos alimentarse al niño”, puntualizó Armas y recordó que el Hospital Británico cuenta para ello con una habitación especialmente acondicionada para permitir la observación, desde el exterior, de lo que en ella sucede, conocida como Cámara Gessell La UTA busca “brindar atención a niños que presentan dificultades en la alimentación y deglución, estableciendo planes de tratamiento adaptados a cada niño en particular y a la realidad de sus familias” y tiene como objetivo principal mejorar la calidad de vida de ambos, agregó. La incidencia de los trastornos de alimentación es de un 25 a 35% en niños normales, de 40 a 70% en recién nacidos de pre término o niños con enfermedades crónicas y aumenta hasta 80 a 90% en pacientes con enfermedades neurológicas. Los avances tecnológicos y la mayor especialización de las unidades de cuidados intensivos, permitieron un aumento de la sobrevida del recién nacido prematuro severo. Más del 30% de los niños que asisten a la UTA son prematuros. Armas sostuvo que la UTA “es la única unidad que trabaja de esta manera en Latinoamérica. Es una referencia para Uruguay y para Latinoamérica. Nos llegan pacientes de todo el país y también del exterior. Es un orgullo para todos nosotros y para el Hospital Británico”. El surgimiento, desarrollo y consolidación de la UTA en el Hospital Británico se enmarca en su política permanente de asegurar a sus socios los más altos estándares de calidad en prestación de servicios de salud.